"Es cosa notable esta revolución que fue comenzada por las masas, sin otros jefes que aquellos que el azar les proporciona, y que terminó por sí misma sin que se vertiese una gota de sangre."

(Theodor Mommsen.-Historia de Roma)

sábado, 29 de marzo de 2008

Los Ciudadanos Domesticados. I

"Pan y Circo". Esta ha sido la estrategia de control social que han adoptado los gobernantes de todos los países desde antes de la creación del Imperio Romano, si bien proviene de él la expresión.
Esto ha funcionado con bastante éxito salvo en los momentos en los que el encarecimiento del "pan" lo hacía inalcanzable para la mayoría del pueblo, en esos casos la confrontación social era inevitable. Huelgas generales, e incluso levantamientos cruentos, jalonan nuestra historia contemporánea. La indolencia estoica con la que la sociedad afronta una situación como la actual, con subidas desmesuradas que encarecen los bienes de primera necesidad, convirtiendo su normal accesibilidad en algo extraordinario y, para muchos, prohibitivo, resultaría en otros contextos históricos incomprensible.
Un somero análisis de las causas de tal dejadez del pueblo puede, sin adentrarse mucho en teorías sociológicas, dar una visión general de la situación a la que hemos llegado.

1.- La comunicación cercenada. El Ágora, el Foro, la Plaza, espacios que históricamente se han constituido como lugares de encuentro y de intercambio, tanto de productos como de ideas, han perdido su función social en beneficio de otros medios de comunicación que, deliberadamente controlados por las élites, han eliminado de la ecuación comunicacional el concepto bidireccional. Los consumidores de información somos meros receptores con escasa capacidad de réplica y, por tanto, de intercambiar comunicación, colocándonos en una posición individualista que impide la protesta conjunta y coordinada. "Divide y vencerás"
Pese al fenómeno expuesto, y para dar la apariencia de libertad con que los nuevos sistemas políticos se revisten para legitimarse, quedan mecanismos factibles para esa comunicación entre personas. El hecho de que existan no los hacen mas accesibles puesto que no están tan a la vista como los medios dirigidos (televisión, diarios o radios) y, además, suponen un esfuerzo por parte del interesado. Tal esfuerzo, y la determinación a afrontarlo, suelen estar en función de la formación del individuo, y esta es la tercera pata de la banqueta del sistema.

2.- La educación dirigida. El estado se sitúa como el garante del acceso a la educación, para lo que fija unos mínimos de conocimientos necesarios para el desenvolvimiento de los ciudadanos dentro del sistema. Pero aquí está la trampa, "dentro del sistema". El mínimo considerado está en función de las necesidades del estado. Y ¿qué necesita el estado de la ciudadanía? Fundamentalmente, docilidad y trabajo, puede parecer cruel decirlo pero no es más de lo que le pedimos a un semoviente. Así, la educación que recibimos está enfocada hacia la eficacia técnica, desatendiendo interesadamente la formación humanística y social que dota a las mentes de herramientas críticas capaces de poner en entredicho al sistema.
De lo expuesto se desprende que la educación de un pueblo es un asunto de capital importancia para su control social. La homogeneización del pueblo lo hace vulnerable a la manipulación.

3.- La distracción. El "Circo", ha llegado a través de los procesos anteriores a unos niveles de efectividad no soñados por los que nos proveyeron del término. El complejo perfil social de un pueblo se puede aglutinar en pocas tendencias a la hora de distraerlo. El conocimiento de estas tendencias dota a las corporaciones mediáticas de la capacidad de crear productos dirigidos a grandes sectores de la población que, a la vez, se nos presentan como exclusivos para su consumo individual. (pensado para ti)
Así, la cercanía es mayor y se asumen como propios a la vez que sirven para la integración social y atenúan la sensación de soledad que provoca el individualismo sistémico.

Estos son algunos de los mecanismos de control social que, a nivel inconsciente, dominan a la sociedad. Sin embargo, existen otros aspectos vitales, y menos sutiles, que cierran la tenaza del sistema sobre la cotidianidad de los ciudadanos. En los próximos días hablaremos de ellos.

martes, 25 de marzo de 2008

La cultura sujeta al mercado. El cierre de Anaquel.

Hoy los cordobeses nos hemos levantado con una mala noticia. Muchos, con razón, relativizarán lo negativo de ésta. No es que haya habido una catástrofe como las que suelen aparecer en nuestros telediarios. Es algo más doméstico, pero deja translucir inquietudes latentes en parte de la población, aquellos que aprendimos a leer, y a comprender lo que se lee, en la EGeBé de nuestros colegios.
Ha cerrado, parece ser que definitivamente, la librería Anaquel. Un espacio lleno de libros, vehículos teletransportadores necesitados de imaginación, manos y ojos para su funcionamiento (en algunos modelos los ojos son prescindibles).
Pero no quiero hacer aquí un canto a la ñoñez nostálgica. No olvidemos que una librería no es otra cosa que un negocio, un establecimiento que permite vivir, mas o menos, a varias personas de su trabajo.
Es una triste noticia que desaparezca un establecimiento dedicado a la cultura, por cuanto implica una merma en el acceso a ella. No obstante, de las declaraciones de sus impulsores a los diarios locales parece desprenderse que las razones del cierre no han sido las económicas sino logísticas y, sobre todo, la no renovación del alquiler del local que le servía de sustento. A priori, no parecen ser escollos insalvables para una vocación cultural como la que esgrimen los gestores de este establecimiento.
Si algo se podía destacar del desaparecido Anaquel era la libertad de ojear el papel que se respiraba en el local, también la eficiencia informática a la hora de hacer consultas y lo extenso de su stock.
Sin embargo, lo que hace cultura en tales negocios no es sólo tener muchos libros, es la profesionalidad de sus trabajadores, el conocimiento de los textos y de las personas a quienes van dirigidos, el trato cercano hacia esos "clientes" con los que se establece una relación de complicidad, el reconocimiento de las inquietudes y preferencias de cada uno, el cálido saludo acompañado de las cribadas novedades de tu interés, la profesión del librero. ¡Qué lejos de los estantes de betsellers del "pryca"!
Pero no nos engañemos, aún quedan sitios en los que podemos disfrutar de esta profesionalidad traducida en el trato. Sitios que llevan trabajando de este modo desde hace décadas y que, sin el boom librero de Anaquel, sino trabajando como hormiguitas, se mantienen con buena salud. Este es el caso de la librería Univérsitas, un negocio familiar donde siempre es un placer entrar y hablar con el hombre que se sitúa detrás del mostrador y de su entrañable mostacho. No me olvido de Mariano ni de su Librería Andaluza ni, por supuesto, de su colección de textos clásicos, un oasis de cultura. Me han de permitir que prefiera estos pequeños anaqueles a las grandes estanterías, mis libreros a las cajeras guarecidas tras lectoras de códigos de barras.
Siempre es triste que desaparezcan librerías, pero más triste será que desaparezcan los libreros.